El mandatario angoleño condenó el genocidio contra el pueblo palestino en la Franja de Gaza y la expansión de las colonias israelíes en Cisjordania, y lamentó los más de 40 mil muertos en esa región no solo por las armas, sino privados de los más elementales derechos como alimentos, agua y medicamentos.
Se refirió a la muerte de periodistas y trabajadores de organizaciones humanitarias, lo cual consideró como inaceptable, y enfatizó en que el mundo no puede continuar permitiendo el horror al que han sido sometidas las personas “en un pequeño territorio sin escapatoria” y sin que los autores sean condenados por la comunidad internacional.
El mundo no puede permanecer indiferente ante esta situación que amenaza la existencia del pueblo palestino, que tiene el mismo derecho a vivir en paz y seguridad en el territorio de sus antepasados que el pueblo judío, dijo Louenço.
También llamó la atención sobre la peligrosa escalada del conflicto a otros países del área y la posible entrada de potencias mundiales, con desastrosas consecuencias a nivel global.
El presidente angoleño habló de los esfuerzos de su país por resolver el conflicto en el este de la República Democrática del Congo y los avances con el cese al fuego vigente desde el 4 de agosto, así como con la propuesta de paz actualmente en estudio por las partes.
Aludió a la preocupante situación en Sudán, víctima de una guerra violenta con consecuencias humanitarias dramáticas que la comunidad internacional observa con apatía; así como a la guerra en Ucrania, que afecta al mundo y viene escalando de forma inquietante con la utilización de armamento cada vez más letal.
“No hay paz sin diálogo y sin concesiones de las partes”, sostuvo el jefe de Estado y puso a disposición de todos la experiencia de su propio país en la solución de conflictos.
Lourenço también abordó la necesidad de una nueva arquitectura financiera internacional, con una representación más justa de las diferentes naciones en las instituciones financieras.
Criticó a los países que no colaboran con la recuperación de activos desviados por la corrupción, como le ha ocurrido a Angola, que al tratar de recuperar ese patrimonio a favor del Estado, ha encontrado obstáculos en algunas naciones receptoras.
“Algunos de estos países incluso se arrogan el derecho de cuestionar la credibilidad de nuestros tribunales, casi queriendo revisar las sentencias dictadas por ellos, como si fueran órganos de apelación extraterritoriales. Estos bienes son propiedad de nuestros Estados”, remarcó.
El presidente angoleño aprovechó la oportunidad para hablar de las acciones en su país en favor del desarrollo económico y social, como las obras en el sur para contrarrestar la sequía; la electrificación, con énfasis en la introducción de energías limpias, y la inversión en salud.
Igualmente habló de empeños como la mejoría en el ambiente de negocios y las inversiones en el Corredor de Lobito, que debe impulsar la economía angoleña y la regional.
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