A la continuidad de la actividad sísmica frente a la costa de La Paz, centro sur del país, tras un sismo de magnitud 6.3 ocurrido a las 11:18 a.m. (hora local) del domingo 5 de enero, se suman eventos anteriores en La Unión (más de mil 500 réplicas) y un evento en Sonsonate, al oeste, para mantener la alarma.
De los 203 temblores en La Paz, 30 fueron percibidos por la población, informó el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales (MARN).
Estas sacudidas que hacen honor al calificativo de El Salvador como “Valles de las hamacas”, por la frecuencia de movimientos de la tierra, se deben al proceso de acomodo de las placas Cocos y Caribe, según Medio Ambiente.
La víspera, la Dirección General de Protección Civil emitió un aviso por la continuidad de la actividad telúrica y llamó a la población a estar alerta, mientras las autoridades monitorean la situación.
Por otra parte, las sacudidas iniciadas el 8 de diciembre en el departamento de la Unión, a las que siguieron otras en La Paz y Sonsonate, mantienen la tensión en la población que no olvida la tragedia del 13 de enero de 2001.
Ese día El Salvador sufrió durante 45 segundos un terremoto de magnitud de 7.7 grados en la escala de Richter que destrozó gran parte del territorio nacional y causó luto y dolor en miles de familias.
En total, unas 944 personas perdieron la vida, se contabilizaron al menos 125 personas desaparecidas, mil 155 edificios públicos dañados y más de un millón de damnificados, según datos de la época.
Al recordar la fecha y tras las últimas actividades en el país, muchas personas señalan con alarma que se acerca otro sismo de más de siete de magnitud.
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