Las puertas de la Basílica estarán abiertas todo el día para dar paso, como cada año en torno a esta fecha, a largas filas de personas deseosas de recibir la bendición, confesarse, hacer promesas, agradecer por los milagros o pedir uno.
La municipalidad, según los organizadores, se preparó con un ambicioso plan de medidas de seguridad, turísticas, gastronómicas y hasta sanitarias.
Si bien es cierto –agregaron-, que a diario llegan hasta la “Capital Centroamericana de la Fe” viajeros de diferentes países (mayormente locales, de Honduras, El Salvador, México, entre otros), es a partir de este miércoles cuando se espera la mayor afluencia.
La víspera, comenzaron las celebraciones con la procesión del Cristo Negro por los alrededores de la iglesia y en la medianoche se realizó la tradicional serenata.
El Instituto Guatemalteco de Turismo (Inguat) estimó la llegada de 230 mil visitantes por los festejos, que incluyen caminatas con sombreros típicos, candelas y veladoras encendidas para una petición especial o bendecirlas como un recuerdo y protección.
Datos del Inguat expusieron que anualmente viajan hasta ese lugar alrededor de cuatro millones de personas, y de ellos en el entorno de 1,5 especialmente durante enero.
Historiadores ubican el nacimiento de la solemne celebración alrededor de 1595, cuando el escultor de origen portugués Quirio Cataño llevó a la entonces villa la imagen tallada por sus manos.
Posteriormente, se traslada a la iglesia en enero de 1759 y con el transcurso de los siglos, ese madero del Cristo crucificado se convirtió en un ícono de la fe católica.
Desde Guatemala hasta Esquípulas una peregrinación a inicios de febrero complementa todos los años el homenaje: la Caravana del Zorro, peregrinación en motocicleta más grande del mundo, declarada también Patrimonio Cultural Intangible.
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