Hace justo 30 años, el sismo causó heridas a 43 mil 800 personas y destruyó o dañó parcialmente unas 640 mil viviendas, entre otras consecuencias que presionaron al gobierno nipón para cambiar las normas de construcción nacional en favor de aumentar la resistencia antisísmica de los edificios, con medidas estructurales específicas.
Mejorar la preparación contra este tipo de desastres se volvió una prioridad en la agenda del Ejecutivo, después de que los incendios generados por el terremoto destruyeran más de siete mil 500 edificios.
En memoria de los seis mil 400 fallecidos, habitantes de Kobe y familiares de las víctimas guardaron un minuto de silencio a las 5:46, hora local, el momento exacto en que el 17 de enero de 1995 el sismo alteró la vida de esa urbe, ubicada en la bahía de Osaka.
Mientras el Parque del Este de Kobe se llenó de miles de linternas de bambú y papel, y un auditorio público de la prefectura de Hyogo, a la cual pertenece Kobe, acogió un memorial al que asistieron los emperadores de Japón, Naruhito y Masako, representantes del Ejecutivo central y regional, entre cientos de invitados.
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