Mediante las redes sociales, la entidad científica detalló que la erupción del coloso produce columnas de gas y ceniza de cuatro mil 300 a cuatro mil 800 metros sobre el nivel del mar y se pueden desplazar hasta 30 kilómetros de distancia o más.
Las explosiones provocaron avalanchas en torno al cráter que llegan hasta la vegetación en dirección a las barrancas Seca, Taniluyá, Las Lajas, Ceniza, departamento de Escuintla, situadas en las faldas del coloso, describió.
También reportó sonidos similares a turbina de avión y locomotora de tren con duración de uno a dos minutos, retumbos y ondas de choque débiles y moderadas que generan vibración en los techos de las viviendas cercanas al volcán.
Por la dirección del viento –acotó- se puede producir caída débil de ceniza fina sobre La Rochela, Ceilan, Santa Sofía, Sangre de Cristo, Palo Verde, Panimaché, entre otras.
Las partículas llegarían a los departamentos de Escuintla, Suchitepéquez y Retalhuleu y pueden alcanzar distancias de aproximadamente 70 kilómetros.
Subrayó que debido a esta situación se genera el descenso de flujos piroclásticos, desde la cúpula del cráter hacia los flancos noreste, este y suroeste.
En las plataformas digitales sobresalen las imágenes de fumarolas de humo visibles que salen del cráter, algunas tomadas desde esta capital.
Por esa razón, la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres pidió a la población, que habita cerca del lugar, acercarse a las autoridades locales para conocer el Plan de Respuesta.
La entidad sugirió asimismo que, ante la posible caída de ceniza del volcán de Fuego, es necesario cubrir los depósitos de agua, y usar mascarilla para cubrirse la nariz y boca.
Pidió igualmente ubicar rutas de evacuación en las comunidades que se puedan ver afectadas por el fenómeno.
La Cruz Roja Guatemalteca recomendó, por su parte, mantener cerradas las puertas y ventanas de casa para evitar que el material piroclástico ingrese al hogar.
El de Fuego, a solo 45 kilómetros de esta urbe, a pesar del tiempo sigue como el más activos de Guatemala y Centroamérica, con su última erupción el 4 de mayo de 2023.
Una potente del 3 de junio de 2018 dejó 112 muertos, más de 1,7 millones de afectados, una comunidad, una finca y cuatro barrancas inhabitables.
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