Dos hechos marcaron la carrera por este fin la anterior semana, el cohete reutilizable New Glenn, de Blue Origin llegó al espacio; mientras que la nave espacial Starship de SpaceX explotó en su séptimo vuelo de prueba.
En una clara demostración de capacidad tecnológica, Bezos dejó clara sus intenciones de competir con Musk y después de varios intentos fallidos, lograron poner en órbita a New Glenn de 98 metros de alto y equivalente a un edificio de 32 pisos tras su despegue desde la estación espacial de Cabo Cañaveral, en Florida, Estados Unidos.
Bautizada como NG-1, el consejero delegado de Blue Origin, Dave Limp, anunció que la misión cuyo nombre rinde homenaje a John Glenn, elegido como astronauta de la NASA por primera vez en 1959, alcanzó su «objetivo principal»: poner en órbita el segundo piso del cohete.
La Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA) firmó un contrato con Blue Origin para el lanzamiento de dos sondas hacia Marte a bordo del New Glenn,
Además, prevén que este cohete apoye el despliegue del proyecto Kuiper, una constelación de satélites de Internet diseñada por Amazon para competir con Starlink, de SpaceX.
Con este proyecto, lo que se pretende es lanzar al menos el 23 por ciento de los satélites Kuiper, un acuerdo valorado en dos mil 700 millones de dólares hasta 2028.
Según los datos proporcionados por la empresa de Jeff Bezos, New Glenn supera al Falcon 9 de 70 metros de alto y está diseñado para cargas útiles mayores pues su capacidad en términos de masa está entre la del Falcon 9 y su hermano mayor, el Falcon Heavy, con la ventaja de poseer un compartimiento útil más ancho.
A ello se suma un cono de nariz más amplio, que permite transportar el doble de volumen de carga útil en comparación con el Falcon 9.
Las misiones de Blue Origin relacionadas con iniciativas espaciales comprenden desde el envío de satélites de inteligencia y comunicaciones, así como el desarrollo de módulos de aterrizaje para el programa Artemis de la NASA, que busca regresar a la Luna.
Pero su contendiente más cercano, Space X ya le había sacado algunas ventajas, y aunque la nave espacial Starship explotó en su séptimo vuelo de prueba, la estela de luces no solo fue un espectáculo en el cielo, sino una prueba de que irá a por el primer lugar en cuanto a “negocios espaciales”.
La nave pareció funcionar sin problemas durante los primeros minutos, sin embargo, aproximadamente 10 minutos después, los anfitriones de la transmisión web, Dan Huot y Kate Tice de SpaceX, confirmaron que la Starship se había perdido.
Elon Musk, director de SpaceX, en un resumen “preliminar” sobre la falla de Starship a los 10 minutos de vuelo dijo que pudo ser por causa de una fuga de combustible.
Starship ha volado seis veces: dos en 2023 y en marzo, junio, octubre y noviembre del año pasado.
La misión de octubre incluyó por primera vez en la historia la captura de Super Heavy por parte de los brazos “de palillo” de la torre de lanzamiento, una hazaña que SpaceX quiso repetir la semana pasada.
Sin ánimos de derrota, Space X solo ha informado que 2025 será un año transformador para Starship, con el objetivo de reutilizar todo el sistema en línea y volar misiones cada vez más ambiciosas con el fin de enviar humanos y carga a la órbita de la Tierra, la Luna y Marte.
Expertos aseguran que las filosofías empresariales de ambos magnates de la tecnología van en direcciones opuestas: Bezos apuesta a la seguridad a pasos más lentos y Musk a intentar-fallar, pero lograr objetivos rápidos.
Lo cierto es que ambos pretenden conquistar el espacio y en ese empeño ponen no solo dinero, sino lo mejor de la tecnología y del ingenio humano.
Pero a esos contrincantes, los persiguen otros fuera de Estados Unidos: China, Emiratos Árabes Unidos, India, Rusia, también pretenden “anclar” en el espacio. Sin dudas, la realidad humana, comienza a superar la ficción.
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