“No siempre el favorito es el que gana”, así enfoca el duelo de esta noche en el Estádio da Luz de la capital portuguesa el entrenador de los monegascos, Adi Hütter, golpeado además por las lesiones de varios de sus titulares.
Los rojiblancos llegarán al crucial encuentro con la desventaja de perder en casa 0-1 el miércoles de la semana pasada, revés que no es el único obstáculo que tienen por delante para alcanzar los octavos de final de la Champions, en los que el triunfador del cruce enfrentará nada más y nada menos que al Liverpool o al Barcelona, los mejores de la clasificatoria.
El Benfica nunca ha perdido en sus predios ante un equipo francés en 18 partidos (13 victorias y cinco empates), una estadística que asusta, aunque Hütter insista en que a Lisboa sus jugadores no entrarán metidos en la piel de “un gentil adversario”.
Por si fuese poco, Mónaco buscará el milagro sin los suspendidos Vanderson, Denis Zakaria y Moatasem Al-Musrati y los lesionados Jordan Teze, Aleksandr Golovín, Soungoutou Magassa y el goleador Folarin Balogun.
A favor del sueño, los del Principado se aferran al regreso de Christian Mawissa y de Wilfried Singo, al inmenso talento del veinteañero marroquí Eliesse Ben Seghir, a la inspiración de venir de una goleada de escándalo (7-1) en la Ligue1 frente al Nantes con un hat-trick incluido del danés Mika Biereth y a la ausencia de la bujía rival, el argentino Ángel Di María.
Sin embargo, el Benfica es mucho más que el ilustre veterano exReal Madrid y campeón del mundo de Qatar 2022, y para probarlo están sus cinco victorias consecutivas en todas las competiciones, el olfato goleador del griego Vangelis Pavlidis y los galones del central argentino Nicolás Otamendi, pese a sus 37 años.
El club portugués saldrá como favorito claro en el Estádio da Luz, pero será la cancha la que hable.
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