La ausencia de los congresistas se debió al envío a la presidencia de ese órgano de cinco bloques de recusaciones que atañían a 81 congresistas, entre ellos toda la bancada del Partido Liberal y toda la del Partido de la U.

Para evitar incurrir en alguna irregularidad, los representantes manifestaron que se ausentarían del recito hasta tanto la Comisión de Ética les diera trámite a los procesos, con lo cual se perdió el quorum necesario para sesionar.

En referencia a lo sucedido, el ministro del Interior, Armando Benedetti, comentó a los medios que “la noticia no es que no se haya votado un artículo, es que por filibusterismo barato metieron 50 recusaciones”.

También la representante por el Pacto Histórico María Fernanda Carrascal lamentó el hecho y escribió en su cuenta de la red social X que “con recusaciones y demás jugaditas, dilataron el debate hasta que nos quedamos sin quórum”.

“Colegas, nos pagan para debatir. Esta reforma merece que estemos a la altura de las necesidades del país. Seguiremos presionando”, escribió además.

La reforma a la salud transita en esa corporación por su segundo debate, pero su análisis se estancó por al menos 15 días porque los vicepresidentes de la Cámara se negaron a firmar el aval para permitir su avance.

La iniciativa, impulsada por el Gobierno, tiene hasta la fecha 30 de sus 62 artículos aprobados y, aun cuando recibiera el visto bueno de los representantes, le quedan por delante otros dos debates en el Senado donde el escenario es aún más desfavorable, a juicio de entendidos.

Esta es la segunda reforma a la salud que radica el Ejecutivo en el Congreso después de que una primera versión se hundió el pasado año en el Comisión Séptima del Senado.

El texto del proyecto propone la transformación integral del sistema de salud, introduciendo modificaciones que buscan mejorar la atención, accesibilidad y calidad de los servicios, sobre todo en lo que respecta a la atención primaria.

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