Brad Sigmon, de 67 años, fue sentenciado con la pena máxima por los homicidios a golpes de los padres de su exnovia en 2001. Tras el crimen, secuestró a la joven a punta de pistola, pero ella logró escapar.
Entre la silla eléctrica y la inyección letal, el convicto eligió el pelotón.
Desde 1976, solo se registraron tres ejecuciones por fusilamiento en Estados Unidos, todas en Utah, uno de los cinco estados (Carolina del Sur, Mississippi, Idaho y Oklahoma) donde todavía permiten este método, común en el siglo XIX durante la Guerra Civil.
La mayoría de los cumplimientos de sentencia ocurren en el país por inyección letal; sin embargo, han ocurrido no pocas denuncias de que esta vía le provoca un sufrimiento prolongado al condenado, por fallas de los mortales cocteles.
A Sigmon -que será fusilado al caer la noche de este viernes- se le habían fijado fechas de ejecución al menos tres veces por inyección letal, pero Carolina del Sur se quedó sin esos fármacos.
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