Las decoraciones de Ramadán son una antigua tradición que simboliza la hospitalidad y la generosidad, y expresan la alegría de dar la bienvenida a esta fiesta religiosa.

Los habitantes de esta milenaria urbe que no ha dejado de palpitar vida, se preocupan por el mínimo detalle que anuncia la llegada de esta fiesta religiosa. Para ellos, los adornos van más allá de lo visual y desempeñan un profundo papel social al fomentar un espíritu de cooperación entre los vecinos y residentes del barrio.

Cuando las familias, jóvenes y mayores, se reúnen para decorar calles, casas y tiendas, crean un ambiente amistoso y alegre, y fortalecen los lazos comunitarios.

El Ramadán llegó este año de forma diferente, pues a pesar de los acontecimientos que vive el país, los damascenos persisten en embellecer su entorno con los más finos faroles y guirnaldas de luces.

Las decoraciones han evolucionado con el tiempo y se han vuelto diversas e innovadoras, utilizando luces de colores y motivos artísticos modernos, lo que las convierte en una fusión de tradición y elementos nuevos.

Prensa Latina recorrió algunos mercados de esta capital, donde las banderas y las luces crearon un ambiente festivo que contribuyó a generar un entorno que fomenta la familiaridad, la fraternidad y la comunicación entre los vecinos y ayuda a atraer clientes a los negocios.

Los colores son reflejo del espíritu del mes sagrado y tienen cierto simbolismo, como el verde y el dorado, que transmiten la esperanza y las bendiciones.

Durante el Ramadán, en Damasco se inspiran los valores de unidad, generosidad y patrimonio cultural, que demuestran que los sirios por más penurias que pasan no dejan de mostrar amor a la vida y sus tradiciones ancestrales.

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