En un discurso con motivo del 50 aniversario del conflicto civil (1975-1990), el jefe de Estado enfatizó que la violencia y el odio no resuelven ningún dilema en Líbano, y apostó por el diálogo para lograr todas las soluciones a los problemas internos sin interferencia externa.

Aoun puntualizó que el Estado fuerte, soberano y justo, presente hoy defiende al pueblo, y cualquier arma fuera de él o de su decisión pondría en peligro los intereses del país.

En valoración del mandatario libanés, «es hora de aprender que, independientemente del coste de un acuerdo interno, siempre será mucho menor que cualquier precio que paguemos cuando otros países se inmiscuyan en nuestros asuntos».

Para el dignatario, nada protege a Líbano excepto su Estado, su ejército y sus fuerzas de seguridad oficiales, y «es hora de que todos nos comprometamos con los requisitos de esta postura».

El 13 de abril de 1975, el Partido Falangista Libanés cometió una masacre contra los palestinos en Ein Rummaneh para desencadenar el conflicto interno que por más de una década dividió a la nación entre el bloque de la derecha aislacionista y las fuerzas patrióticas.

A fines de 1980 tras la rivalidad interna en el enfrentamiento a la invasión israelí, el Acuerdo de Taif puso fin a la guerra al establecer una fórmula de reparto del poder basada en cuotas que dividen las posiciones principales entre los tres componentes de la vida política del país, cristianos, sunitas y chiitas.

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