Valorada en más de 600 millones de euros, propiedad del dueño del alojamiento, el suizo Urs Schwarzenbach, alrededor de este inmueble artístico aparecen las vistas de la ciudad y los picos nevados de los Alpes en un lienzo del artista Caspar David Friedrich.
El hotel cuenta con 125 años recién cumplidos y aún mantiene el aire clásico de château en la arquitectura del edificio original, pensado para conectar con la naturaleza en este paraje montañoso cubierto de bosques de abedules. A principios de los años 2000 el arquitecto Norman Foster lo catapultó al nuevo milenio con dos nuevas y modernas alas que llevaron la idea de bienestar y de conexión con la naturaleza a un nivel artísticamente contemporáneo.
Durante el Festival de Cine de Zúrich, su pedigrí cultural y el lujo son un reclamo para actores, directores y gente de la industria.
En la cita de 2024 las estrellas de Hollywood Pamela Anderson, Richard Gere o Jude Law caminaron por sus pasillos, pero la razón para alojarse aquí no es el séptimo arte, sino otros tres: pintura, escultura y arquitectura, aunque puede añadirse un octavo arte que es el de la gastronomía para presumir verdaderamente de sentarse a la mesa de las bellas artes.
A medida que el visitante entra se tropieza con una escultura hiperrealista de un viajero descamisado haciendo una siesta, obra la cual contrasta con el lobby de arquitectura neoclásica y los cuadros con escenas pastorales.
La escalinata central, cubierta con una alfombra color burdeos y flanqueada con vidrieras, contrasta con el ala más moderna del hotel, a la cual se accede a través de una puerta automática de cristal que al abrirse recibe con una escultura de una seta gigante del artista Takashi Murakami.
Mientras se espera el ascensor hacia el jardín el huésped o visitante puede contemplar su imagen distorsionada en una escultura de Anish Kapoor, el maestro de la geometría y las formas no formas.
En la huerta se observa una inmensa instalación del artista Rolf Sachs con neones y cuerdas suspendidas del techo, y al seguirle el rastro a las obras aparece un código QR que sirve de guía para la colección, en silencio y sin prisas.
The Restaurant con dos estrellas Michelin, bajo la batuta del chef Heiko Nieder, recibe en su vestíbulo una obra maestra a modo de aperitivo: La femme métamorphosée, de Salvador Dalí.
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