En Buenos Aires, el arzobispo Jorge García ofició una misa especial en tributo al pontífice argentino en una repleta Catedral Metropolitana, y también encabeza una serie de actividades durante la jornada que incluye una larga peregrinación por arterias principales de esta urbe.
La misa se realizó simultáneamente al funeral oficial en el Vaticano. Desde la madrugada, la Plaza de Mayo se encuentra vallada y la avenida Rivadavia que conduce a la avenida de Mayo permanece cortada que ya está congestionada de fieles, referentes sociales y autoridades.
Este ritual en la Catedral cierra los actos litúrgicos principales en el país. Se instalaron pantallas en la Plaza de Mayo para que el acto pueda seguirse a distancia.
Luego de la misa, los líderes eclesiásticos encabezaron un recorrido simbólico alrededor de la plaza en homenaje al papa Francisco, y al mediodía se realizó un almuerzo comunitario bajo el lema «Compartimos la mesa». A las 13.30 hora local arrancó una masiva peregrinación titulada «Pacto de amor a Francisco: recorrido por los lugares del dolor».
Esta romería, organizada por la Arquidiócesis, incluye seis paradas en puntos significativos del trabajo pastoral de Bergoglio en la ciudad de Buenos Aires en sus años como arzobispo, de 1998 a 2013, cuando fue elegido jefe de la Iglesia Católica.
Entre otros puntos los fieles se congregan frente a la Casa Mamá Antula (Avenida Independencia 1190, Monserrat), en la Plaza Constitución (Avenida Garay y Lima), en el Predio del Hospital Borda junto con los hospitales Tobar y Rawson (Dr. Ramón Carrillo 375, Barracas).
Igualmente, convergen ante la Unidad penitenciaria del Hospital Muñiz (Uspallata 2272, Barracas), frente al Hogar de Cristo San Alberto Hurtado (Monteagudo 862, Parque Patricios) y la Parroquia Virgen de Caacupé (Osvaldo Cruz 3470, Villa Lugano).
Siguiendo la humildad pastoral del papa Francisco organizaron la peregrinación sin actos protocolares ni oradores designados en cada parada.
Los organizadores aclararon que se trata de una acción simbólica acompañada por voluntarios, parroquias, movimientos pastorales y fieles, con el objetivo de resignificar el paso del papa Francisco por espacios donde ejerció su labor como sacerdote y arzobispo.
Este peregrinaje finaliza con una oración comunitaria en Villa Lugano, sin ceremonia de cierre ni discursos oficiales. La consigna establecida por la Arquidiócesis es que la despedida sea silenciosa, comunitaria y sin referencias partidarias.
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