Un panorama que atenta contra la buena imagen de España, consolidada el pasado año como segunda potencia mundial del turismo, detrás de Francia, con el ingreso al país de unos 94 millones de viajeros.
Barajas Adolfo Suárez, el nombre del aeropuerto madrileño con cuatro terminales, aloja sin autorización expresa a un número indeterminado de personas sin techo, aunque con cierto grado de tolerancia mientras no creen problemas.
Sin embargo, La autoridad aeroportuaria de España (AENA) emitió una orden para restringir el ingreso a los recintos de Barajas Adolfo Suárez en determinados horarios, cuando el flujo de pasajeros está marcado por menos salidas y llegadas.
AENA estableció que para entrar en el aeropuerto en esas horas, exigirá a los viajeros la tarjeta de embarque, y la identificación a los empleados del aeropuerto y a los acompañantes de personas con boleto.
La empresa reiteró que ha solicitado ayuda a las autoridades municipales de Madrid, sin respuestas de momento útiles para solventar la situación.
‘Los aeropuertos no son lugares preparados para habitar, sino que son infraestructuras exclusivamente de paso, que no tienen en ningún caso las condiciones adecuadas para pernoctar’, escribió AENA en un comunicado difundido en las últimas horas.
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