Nadie quiere vivir en una sociedad donde la verdad y la falsedad se mezclan, donde los empresarios honestos son derrotados por trucos deshonestos, escribió el exjefe adjunto de la Oficina de la Asamblea Nacional (Parlamento) en un artículo publicado en el periódico electrónico gubernamental.
El texto destaca la decisión del primer ministro vietnamita, Pham Minh Chinh, de establecer un grupo de trabajo especial y lanzar una campaña a nivel nacional que se extenderá del 15 de mayo al 15 de junio para acabar con el contrabando y las mercancías falsificadas.
No se trata de una simple campaña de inspecciones, sino de una firme declaración de acción por parte de un Gobierno que no aceptará compromisos con la deshonestidad y la ilegalidad, subraya Si Dung, quien también considera que es el momento de que toda la sociedad responda.
En ese sentido, el exintegrante del grupo asesor del primer ministro (2011-2016) enfatiza que no puede construirse una economía fuerte si las bases del mercado están excavadas por el engaño, y sostiene que “no puede haber una nación fuerte si la gente decente está siempre en desventaja en su propio campo de juego”.
El comentario considera especialmente desgarrador que todos los días personas enfermas, ancianos y niños son engañados, obligados a beber leche falsa, medicamentos falsos y de mala calidad que se anuncian como una panacea.
Advierte además que el contrabando y las mercancías falsificadas y de mala calidad causan grandes pérdidas a los ingresos presupuestarios, sofocan la motivación de la producción interna, erosionan la confianza de los inversores, y lo que es más grave, amenazan directamente la salud pública.
Si Dung señala que quienes colaboran en el contrabando y la producción de productos falsificados deben ser castigados con severidad e incluso procesados penalmente. Pero –alerta- si recurrimos sólo a medidas coercitivas nada más tocaremos la punta (del problema).
“Para curarlo de raíz debemos combatirlo con cultura, bondad, educación y comunicación”, considera el experto, y precisa que desde la escuela los estudiantes necesitan aprender sobre la cultura del consumo, el valor de los productos reales y la ética en la producción y los negocios.
En la comunidad es necesario honrar a los productores honestos y fomentar el consumo responsable, añade antes de subrayar el papel que también debe jugar la familia en la creación de valores, porque “una nación es verdaderamente fuerte sólo cuando el buen comportamiento se convierte en la norma y el mal comportamiento no se tolera”.
El reconocido politólogo enfatiza asimismo que en este combate los consumidores son la primera línea de defensa, pues nadie puede falsificar si no hay quien esté dispuesto a comprar productos falsificados.
Los consumidores necesitan acceso a información transparente y herramientas para rastrear el origen, comparar precios y calidad. Y, sobre todo, necesitan respeto propio y espíritu cívico, porque comprar productos falsificados no sólo te perjudica, sino también contribuye al delito, concluye.
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