De acuerdo con la más reciente actualización del Instituto de Conservación Forestal (ICF), un total de 784 igniciones se registraron hasta la fecha, con 28 mil 66 hectáreas de zonas boscosas, zacateras y matorrales calcinados en todo el territorio nacional.
Los datos son comparativamente inferiores a los del mismo periodo de 2024, cuando las autoridades notificaron tres mil 31 fuegos y 280 mil 845 hectáreas afectadas.
Las autoridades atribuyeron la disminución de los siniestros a un fortalecimiento de los controles, campañas de prevención y condiciones climáticas más favorables.
De esos 784 incendios, 584 ocurrieron en áreas selváticas y 200 en zacateras y matorrales, lo que compromete de manera directa los ecosistemas y la biodiversidad de esta nación centroamericana.
En Honduras, un país altamente vulnerable a fenómenos meteorológicos extremos intensificados por el cambio climático, este tipo de catástrofe representa una grave amenaza ambiental, especialmente durante la temporada seca, que coincide con el verano (febrero a mayo).
Como consecuencia de la tala ilegal y los incendios, la nación pierde anualmente entre 50 mil y 60 mil hectáreas de zonas boscosas.
Más del 90 por ciento de esos desastres son causados por el ser humano, pues no se ha logrado un control efectivo del fuego, que a menudo se propaga hacia las montañas, según estadísticas oficiales.
Estos se desencadenan cuando numerosos campesinos suelen perder el control al quemar terrenos con el fin de preparar la tierra para cultivos, o por acciones intencionales de “criminales del bosque”, sostienen organizaciones defensoras del medio ambiente.
Los incendios forestales en el país centroamericano experimentaron una drástica reducción del 90 por ciento, en comparación con el año anterior, subrayó recientemente el ministro director del ICF, Luis Soliz.
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