Costa destacó que el gigante sudamericano es un socio estratégico y un aliado esencial para la promoción de la democracia y el multilateralismo en el escenario internacional.
Aunque se esperaba que el líder europeo se reuniera con Luiz Inácio Lula da Silva en la noche del martes, un malestar de salud sufrido por el mandatario anfitrión el lunes puso en duda la realización del encuentro.
Hasta el momento, no se ha confirmado una nueva fecha para la cita.
Durante la visita, ambos mandatarios tenían previsto discutir temas como la cooperación política, la futura presidencia brasileña de la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP30), y especialmente el acuerdo UE-Mercosur, estancado desde hace más de 20 años por desacuerdos políticos, medioambientales y económicos.
Según el profesor de relaciones internacionales Vitelio Brustolin, entrevistado por Conexão Record News, aunque existe voluntad política en sectores de ambos bloques, el tratado enfrenta resistencias internas, particularmente por parte de países como Francia, que expresan preocupaciones sobre temas ambientales y la competencia con productos agrícolas del Mercosur.
La visita de Costa, que se extiende hasta mañana, se interpreta como una tentativa de destrabar estas tensiones y avanzar hacia la ratificación del acuerdo, firmado en 2019 pero aún requiere la aprobación de los parlamentos nacionales de los 27 Estados miembros de la UE.
Para Bruselas, Brasil juega un rol clave en este proceso, tanto por su peso dentro del Mercosur, como por su reciente protagonismo diplomático en foros multilaterales.
La relación entre las partes se apoya en una agenda común que incluye compromisos climáticos, defensa del orden multilateral y cooperación tecnológica, aspectos que se han intensificado tras las crisis globales recientes.
El visitante pretende aprovechar este alineamiento para reimpulsar la negociación y promover una alianza estratégica que beneficie a las dos regiones.
La esperada alianza UE-Mercosur representa uno de los mayores tratados comerciales del mundo en términos de población y volumen económico.
De concretarse, eliminaría barreras arancelarias en sectores clave y abriría nuevas oportunidades para las empresas de los bloques.
Sin embargo, su concreción depende de una compleja articulación política y de la capacidad de Brasil para responder a las exigencias ambientales europeas.
En este contexto, la presencia de Costa en Brasilia simboliza un esfuerzo renovado de la UE por consolidar su incidencia en América Latina y reafirmar su interés estratégico en el fortalecimiento del vínculo con la nación sudamericana.
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