En declaraciones a la prensa al margen de la XIII Reunión Internacional de Altos Representantes para Asuntos de Seguridad, el funcionario belaruso recalcó que la determinación en torno a dicho armamento, concertada entre los presidentes Vladimir Putin y Alexánder Lukashenko, llegará a la practica pese a los criterios occidentales.
«Lo principal es que estamos seguros de nuestras acciones, estamos seguros de lo que hacemos, de que el armamento será, ante todo, una resistencia fiable en caso de que se desate una agresión contra la República», respondió Vólfovich ante las declaraciones de una serie de funcionarios ucranianos y otros dirigentes quienes alegaron que Minsk no tiene los complejos Oréshnik y apenas los tendrá.
Lukashenko a inicios de diciembre del pasado año, solicitó a su homólogo ruso desplegar los novedosos misiles Oréshnik en su territorio.
En marzo, el mandatario afirmó que Belarús está fabricando sistemas de lanzamiento para este tipo de armamento y esperaba la entrega de uno de estos misiles balísticos por parte de Rusia.
El Oréshnik es un novedoso misil balístico ruso de alcance intermedio, capaz de impactar contra sus objetivos a una velocidad hipersónica de Mach 10, lo que equivale a casi tres kilómetros por segundo.
Sus creadores del gigante euroasiático han advertido en reiteradas ocasiones que los medios antimisiles desplegados en Europa no son capaces de interceptarlo y que el daño que provocaría su uso sería «inadmisible».
La potencia de un ataque masivo con un misil de este tipo puede ser equivalente a la de un ataque nuclear, de tal forma que todo lo que se encuentra en el epicentro de la explosión se fragmenta y se convierte en polvo.
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