Un comunicado divulgado en el sitio digital de ese organismo detalla que ya están enfriándose “las tres coladas de lava principales generadas por la explosión del cráter sureste, una hacia el sur, otra en dirección este, la cual se ramificó en varios brazos, y la última con dirección norte”.
El flujo piroclástico se propagó hacia el noreste, y alcanzó la pared norte del Valle del Bove, precisa ese parte, en el cual se indica que en los próximos días el INGV realizará estudios de campo para cartografiar el depósito del volcán.
El material producido por dicho flujo fue transportado por los vientos a gran altitud, y se dispersó hacia el oeste-noroeste, con reportes de precipitación en Cesaró, en la provincia de Mesina, así como en la localidad de Bronte, en Catania.
Se observan aún algunas emisiones esporádicas de ceniza provenientes del cráter noreste, que se están dispersando en la zona de la cumbre, mientras que desde el punto de vista sísmico, el temblor regresó a valores bajos, aunque presenta algunas oscilaciones promedio.
El centroide de las fuentes del temblor se ubica actualmente en la zona de los cráteres centrales, a una altitud aproximada de dos mil 500 metros sobre el nivel del mar.
Por otra parte, el Aviso del Observatorio de Volcanes para la Aviación (VONA), decretó el nivel de alerta verde, el más bajo de su escala, señala el documento.
El Observatorio Etneo del INGV intensificó la actividad de su servicio de vigilancia y monitoreo, capaz de comunicar al Departamento de Protección Civil sobre los eventos sísmicos y volcánicos en tiempo real y de alertar de manera oportuna acerca de posibles escenarios de riesgo.
La observación se mantiene de manera permanente por parte de los expertos, con el apoyo de sofisticados instrumentos sísmicos, geodésicos, gravimétricos, geoquímicos, de video y geomagnéticos que posibilitan obtener informaciones precisas sobre las variaciones en el estado de actividad del volcán Etna, agrega la fuente.
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