Las posibilidades de Vietnam de clasificarse para la cita continental son más frágiles que nunca, señalan hoy aquí medios de prensa tras el duro e inesperado revés sufrido la víspera como visitante frente a un rival que en los últimos 11 años no conocía otro resultado ante esta nación indochina que la derrota o el empate.

Cierto, afirman las propias publicaciones, que todavía queda por disputar el partido de vuelta contra Malasia en casa, pero ellos solo necesitan empatar, o no perder por mucho, para ganar el primer puesto en el Grupo F y con ello el único boleto de esa llave para la Copa Asiática 2027.

En el encuentro jugado anoche en el Estadio Nacional Bukit Jalil, en Kuala Lumpur, los anfitriones alinearon con nueve jugadores nacionalizados, entre ellos cuatro de nueva incorporación al plantel: los argentinos Facundo Garcés y Rodrigo Holgado, el español Jon Irazabal (España), y el brasileño Joao Figueiredo.

Se puede decir que, con este grupo de jugadores naturalizados de alta calidad, Malasia demuestra que está lista para seguir los pasos de Indonesia y competir por el trono del fútbol del Sudeste Asiático, opinó el periódico Tuoi Tre.

En conferencia de prensa ofrecida al término del desafío, el director técnico del seleccionado vietnamita, el surcoreano Kim Sang Sik, se disculpó ante la afición nacional y admitió con franqueza: “hay que reconocer que Malasia se ha fortalecido significativamente gracias a los jugadores nacionalizados”.

Según el entrenador-jefe, en la primera mitad sus pupilos mantuvieron el juego como estaba previsto, pero en la segunda, tras las lesiones de dos defensas centrales, el equipo tuvo dificultades para contener a los contrarios, lo cual fue una de las razones de la derrota.

Tras reconocer que los jugadores malasios rindieron por encima de las expectativas, Sang Sik afirmó que “el fútbol siempre tiene milagros. Si nos preparamos bien para la revancha en Hanoi, creo que aún tenemos la oportunidad de recuperar los cuatro goles que perdimos hoy”.

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