A raíz del malestar en un evento empresarial en Goiânia, capital del estado de Goiás (centro), el exmandatario, de 70 años, canceló todas sus actividades programadas en la región y fue trasladado de inmediato a Brasilia.

Bolsonaro tenía previsto ofrecer un discurso y compartir un almuerzo con hombres de negocios y simpatizantes. Sin embargo, apenas alcanzó a entregar un casco al empresario Leandro Batista, uno de sus principales aliados en el estado, antes de retirarse apresuradamente.

Simultáneamente, en la ciudad de Anápolis, donde el político ultraderechista sería homenajeado con la Medalla de Honor al Mérito en el teatro Sao Francisco, el alcalde Márcio Corrêa anunció públicamente que el exgobernante había cancelado su asistencia por el repentino malestar.

La víspera, durante los actos por el feriado de Corpus Christi (solemnidad religiosa) en Goiânia y Aparecida de Goiânia, el exmilitar ya había mencionado episodios de vómitos a lo largo del día, lo cual podría estar relacionado con su historial clínico.

El exjefe de Estado fue sometido en abril a una delicada cirugía en un hospital privado de Brasilia para tratar una obstrucción intestinal y reconstruir parte de la pared abdominal, como consecuencia de las secuelas que arrastra desde el atentado con arma blanca que sufrió durante la campaña electoral de 2018.

Tras 23 días de internación, recibió el alta médica el 4 de mayo, con recomendaciones estrictas de evitar desplazamientos, actividades intensas y apariciones públicas prolongadas.

En los últimos años, Bolsonaro ha sido intervenido quirúrgicamente en múltiples ocasiones, incluyendo procedimientos gástricos y urológicos.

A su frágil salud se suma un entorno judicial cada vez más adverso: enfrenta investigaciones por intento de golpe de Estado, uso indebido de información confidencial, irregularidades en la gestión de vacunas y falsificación de certificados de vacunación contra la Covod-19.

La sucesión de problemas médicos y judiciales afectan su protagonismo político, pese al respaldo que aún conserva entre sectores radicales de la derecha brasileña.

Mientras tanto, su entorno más cercano busca mantener viva su figura en redes sociales y actos regionales, aunque con visibles restricciones impuestas por su estado físico.

Hasta el momento, no se ha emitido un parte médico oficial sobre la situación de este viernes.

Analistas aseguran que un líder político cuya salud está deteriorada transmite una percepción de debilidad ante adversarios, aliados y votantes.

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