Según el diccionario, ese término se refiere a la acción y efecto de polarizar, que implica orientar algo en dos direcciones opuestas o concentrar la atención o el ánimo en algo.
A juzgar por lo expresado por determinadas personas con aspiraciones políticas, es necesario erradicar esa tendencia porque eleva peligrosamente el tono de las polémicas y evita el consenso necesario para llegar a acuerdos beneficiosos para toda la ciudadanía.
Pero, al ser el tercer país más desigual del orbe según lo reconoce el Banco Mundial, ¿es anormal que haya polarización? Si fuera un fenómeno normal, ¿es tan perjudicial como quieren hacerlo ver? ¿Existe alguna motivación particular para querer desterrarla?
Para contestar esas preguntas, Prensa Latina conversó con el periodista y director de la página Cronicón, Fernando Arellano.
Como parte de su análisis, el comunicador consideró que la polarización es un tema recurrente de la derecha de Colombia que siempre ha tenido temor a que se agudice la lucha de clases, que es lo más lógico en una sociedad tan injusta e inequitativa socialmente como la capitalista.
“El motor de la historia, como bien lo señalaron Karl Marx y Federico Engels, es la lucha de clases. Y, por lo tanto, la polarización es algo normal en una sociedad tan inequitativa (la tercera en el mundo) como la colombiana”, aseguró.
Comentó asimismo que, en el caso de su país, además de la cultura premoderna que prevalece hasta hoy, agravada por una compleja realidad social caracterizada por la injusticia y una clase oligárquica dominante que ha esquilmado históricamente al Estado, su sociedad debe enfrentar la inoperancia del aparato de justicia que no permite tramitar las diferencias y los conflictos de manera expedita y los índices de impunidad son elevados.
“En otras palabras, en Colombia, se adolece de justicia, cuyo aparato además está secuestrado por las camarillas politiqueras que tradicionalmente han gobernado el país”, afirmó.
Remarcó el analista que la inoperancia del aparato judicial lleva a que muchos ciudadanos hagan justicia por cuenta propia agravando la situación recurrente de violencia que es la nota característica en este país.
También se refirió Arellano a la postura que distingue al jefe de Estado, a quien sectores fundamentalmente de oposición acusan de oxigenar las divisiones dentro de la ciudadanía.
“En cuanto a la actitud que ha asumido el presidente Gustavo Petro en sus discursos y mensajes a la ciudadanía es claro que su contenido está enfocado a politizar a una sociedad que históricamente ha estado alienada por las camarillas politiqueras de la derecha y sus medios corporativos de (in)comunicación”, aseveró.
Lo que viene haciendo, puntualizó, es algo similar a lo que hizo durante su sexenio en México el expresidente Andrés Manuel López Obrador: propender por generar conciencia de la necesidad de reivindicar derechos sociales a través de reformas que posibiliten enterrar el malhadado y criminal modelo neoliberal que en Colombia se institucionalizó hace más de 30 años.
Tampoco le extraña que los contrarios del mandatario lo agredan por su intransigencia.
“Es obvio que las clases dominantes de la derecha critiquen el estilo de Petro, pues desde la época de Jorge Eliécer Gaitán, en los años 40 del siglo pasado, no ha habido en Colombia un dirigente político que sacuda la conciencia social de la masa marginada a la que han conculcado sus derechos, como la viene haciendo el presidente de la República”, explicó.
Afirmó que el presidente sacude la conciencia del pueblo haciendo una labor de pedagogía política para que, por fin, éste asuma su papel protagónico como constituyente primario.
Históricamente, señaló, el pueblo colombiano ha sido domesticado por la clase dominante y los factores fácticos de poder para que asuma un rol de resignación y, según insistió, no hay que olvidar que de la resignación a la humillación solo hay un paso.
“De ahí que se ataque al primer mandatario de polarizar el país, habida cuenta el temor que le asiste a la oligarquía colombiana de que las mayorías nacionales despierten y se decidan a ejercer su rol protagónico en la construcción de una sociedad justa y democrática, elementos de los que ha caracterizado Colombia desde su emancipación”, concluyó.
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