La festividad no solo es gastronómica, sino una inmersión en la historia de la isla, con música soca, calypso como un diálogo entre su pasado y su presente vibrante.
Aunque el festival tiene su fecha oficial en noviembre, durante todo el año tienen lugar micro proyectos regionales que hacen delicias de turistas y población local.
Así por ejemplo, entre marzo y abril tiene su protagonismo la langosta, calificada por los lugareños más que un manjar un símbolo de la conexión con el mar.
El «Oistins Fish Festival» se celebra en el pintoresco pueblo pesquero del mismo nombre, momento en el que visitantes foráneos y nacionales disfrutan de langosta fresca en preparaciones tradicionales, o en competencias culinarias que destacan la creatividad, todo aderezado en un ambiente festivo, con música soca y talleres de arte.
A la estrella del festival, la langosta, se unen otros platos tradicionales que hacen único estos eventos: el Cou-Cou y Flying Fish, considerado el plato nacional, hecho con harina de maíz y pescado volador.
También el pudín de pan con especias, postre heredado de la época colonial y por supuesto el ron local con destilerías históricas como «Mount Gay» (fundada en 1703), donde se produce la bebida que se utiliza en cócteles como el «Rum Punch.»
El Festival tiene otra particularidad: su enfoque social y educativo, pues bajo el lema «Alimentar el Futuro», parte de lo recaudado se destina a becas para estudiantes de gastronomía y apoyo a programas de alimentación local.
La cultura de Barbados y en particular el «Festival de la Comida y el Ron», son la combinación entre un pasado dificil y su presente, donde cada detalle —desde una taza de té de arbusto hasta un ritmo de soca— cuenta una historia de resistencia y alegría.
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