Un reciente informe del Instituto Nacional de Estadísticas (Istat), publicado en el sitio oficial de esa organización gubernamental, señala que, en ese último período evaluado las expatriaciones de ciudadanos italianos ascendieron a 270 mil, mientras que la entrada de extranjeros alcanzó las 760 mil unidades.
De hecho, las inscripciones de personas procedentes de otras naciones marcaron un promedio de 437 mil anuales, un 6,4 por ciento más que en 2022, cuando ascendieron a 411 mil.
Ese crecimiento se debió exclusivamente al aumento de la inmigración extranjera en un 13,0 por ciento durante esos dos años, pues las repatriaciones de ciudadanos italianos disminuyeron en 23,6 puntos porcentuales.
El significativo ascenso en los flujos de inmigración en los últimos años se debió, en gran medida, a las crisis y conflictos en el mundo, que afectaron el equilibrio geopolítico y provocaron problemas humanitarios de gran magnitud.
Este es el caso del aumento de los flujos desde Ucrania, causados por el conflicto en curso desde 2022, que la convirtió en la principal nación de origen, mientras otras situaciones de guerra e inestabilidad, especialmente en Medio Oriente y África, contribuyeron a un alza en los refugiados y solicitantes de asilo, con mayor presión migratoria.
La emigración también subió drásticamente, con un promedio de 175 mil personas al año durante el bienio, números desglosados en unos 158 mil en 2023 y otros 191 mil en el siguiente año, lo que representa un incremento del 16,3 por ciento en comparación con 2022, cuando ascendieron a 150 mil.
Las salidas de ciudadanos italianos ascendieron a 114 mil en 2023 y a 156 mil en 2024, para un notable incremento frente a las 99 mil expatriaciones de 2022.
Sin embargo, la emigración de ciudadanos extranjeros se mantuvo estable y limitada, al situarse en poco menos de 40 mil al año durante el bienio analizado, agrega la fuente.
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