El primer ministro Eduardo Arana confirmó el desistimiento y dijo que el Gobierno solo consideró la posibilidad de que la mandataria tenga “cualquier ventana” para alguna entrevista o declaración en la televisión y nunca habló de un prograna.

Hace dos días, Arana admitió que el Ejecutivo evaluaba la posibilidad y coincidió con varios ministrose en afirmar que Boluarte tenía derecho de comunicar directamente al público lo que considera sus logros, experiencias y pareceres.

Manifestó que la idea “nunca ha sido un programa, lo que se intentaba dentro del esquema de trabajo de la Presidenta es que pudiera tener cualquier ventana en la que ella pudiera dar algunas expresiones, tal vez una entrevista, quizás unas declaraciones”.

“El Gobierno no va a hacer uso de ninguna plataforma que pueda manchar o, por lo menos, se entienda que lo que estamos haciendo es intervenir o afectando la neutralidad electoral”, dijo en alusión a la ya vigente norma que limita las posibilidades de publicidad electoral con miras a las elecciones de 2026.

Uno de los aparentes objetivos del frustrado proyecto era aliviar al menos el problema de las críticas que a diario le recuerdan el tiempo, ocho meses, que lleva sin ofrecer una conferencia de prensa o declaraciones al paso, por su mala relación con los reporteros.

El descarte oficial se filtró horas antes a la prensa, que había difundido críticas y consejos al Gobierno para que no concrete el proyecto, mientras una televisora pidió al público sugerencias del nombre que debía tener el presunto programa.

Las opiniones oscilaron entre el humor, el sarcasmo y lo irreproducible por malhumarado y subido de todo, mientras los analistas de todos los colores desahuciaban la viabilidad de la idea, por la impopularidad de la mandataria, a quien las encuestas asignan una popularidad de apenas tres por ciento.

El ex primer ministro Luis Solari dijo que Boluarte se equivoca si cree que su Gobierno solo tiene deficiencias de comunicación y que las va a subsanar con un programa de televisión, cuando el problema es político y es más complejo.

El expresidente del Instituto Nacional de Radio y Televisión Hugo Coya opinó que el motivo principal del descarte de la idea no fueron las críticas, sino el hecho de que la presidenta «no tenía las condiciones mínimas” para desenvolverse en cámaras.

El analista político de centro-izquierda Fernando Tuesta Soldevilla anotó que los mandatarios con baja aprobación suelen argumentar que esta se debe a que sus logros no son adecuadamente difundidos y lanzan estrategias para tener más presencia mediática

“El resultado es conocido: la comunicación no hace milagros. No convierte a nadie, sin base real, en líder. La presidenta, respaldada por sus incondicionales, no reconoce que el problema es ella”, dijo.

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