Después de una larga recuperación tras someterse a una cirugía en el codo derecho, Ohtani ha retomado progresivamente su papel como lanzador, en un proceso cuidadosamente monitorizado por el cuerpo técnico de los Dodgers.
En sus dos salidas anteriores actuó como abridor, con solo una entrada lanzada por juego, donde permitió dos imparables, una carrera limpia, sin boletos y con par de ponches.
Aunque su comando aún está en ajuste, la franquicia se ha mostrado optimista respecto a su evolución. El mánager Dave Roberts adelantó que no existe un límite de pitcheos estricto, pero la expectativa es que, si responde bien, el fenómeno japonés podría ir más allá del primer episodio esta vez.
Mientras recupera su mejor forma como serpentinero, Ohtani ha encendido las Grandes Ligas con una temporada histórica con el madero. Ayer sacudió su jonrón número 29 de la campaña, después de igualar hace unos días un registro que solo el legendario Willie Mays había conseguido en 1954: al menos 28 cuadrangulares y seis triples en los primeros 80 partidos de la campaña. Con ello, sigue posicionándose como uno de los principales candidatos al premio MVP de la Liga Nacional.
La producción ofensiva del nipón impresiona tanto por su volumen como por su consistencia. Lidera a los Dodgers en jonrones, impulsadas (54), slugging (.649) y OPS (1.045). En 83 juegos ha empatado los 29 vuelacercas que conectó en los primeros 94 encuentros de 2024, lo que evidencia un ritmo explosivo.
A sus 30 años, Ohtani ha llevado su arte a nuevas alturas. Campeón de la Serie Mundial el año pasado con los Dodgers y medallista de oro con Japón en el Clásico Mundial de Béisbol, ha demostrado que el mito del «jugador de dos vías» no es solo posible, sino también dominante.
Con su tercera apertura ya confirmada y su lugar asegurado en el Juego de Estrellas de Atlanta 2025, Shohei Ohtani no solo está brillando: está dejando su impronta en el béisbol moderno. Y mientras su brazo regresa a plenitud, su bate sigue haciendo historia.
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