Hoy, España no puede sentirse indiferente ante la intensidad del jolgorio en la norteña Comunidad Foral de Navarra, en una tradición que viene del siglo XII y que Ernest Hemingway la hizo aún más famosa con su novela Fiesta de 1926 (The sun also rises, su título original).

Los famosos encierros provocan el pánico en las estampidas, heridos cada día y hasta fallecidos, el último un joven de 27 años en 2009. La preparación es fundamental, pero también la bravura de los toros, más asustados que fieros corriendo detrás de la gente.

El lanzamiento del chupinazo, el cohete que da inicio a las fiestas, que se extenderán hasta la madrugada del 14 de julio, tuvo este año un detalle especial: muestras de solidaridad con Palestina y de rechazo a la matanza en Gaza de Israel.

Ropa blanca y pañuelos rojos es la tradicional vestimenta que predomina en Pamplona, donde además de los encierros, se dan carreras con toros en las calles, comidas especiales para la época y abundante bebida.

Para este martes, por ejemplo, el programa destaca el desfile de comparsas, la Ronda Jotera (con bailes de la Jota), juegos infantiles, verbenas y conciertos.

Las danzas marcaron la apertura del evento con el grito: pamplonesas, pamploneses, ¡Viva San Fermín!, ¡Gora San Fermín!, en presencia de miles de turistas extranjeros.

Fuegos artificiales, música callejera y bailes tradicionales en espacios para familias, jóvenes y mayores, y grandes comelatas, aderezan las celebraciones que tienen además corridas de toros.

Cuando se entone “Pobre de mí” el 14 de julio, se pondrá fin a los Sanfermines y a partir del día siguiente arrancarán los preparativos de unas jornadas que son el orgullo de esta zona con fuerte vínculo con el vecino País Vasco.

Los Sanfermines nacieron en la época medieval, en 1168, como un acto religioso y una feria de mercado de ganado, con las primeras corridas de toros.

Sin embargo, no fue hasta 1591 cuando se estableció el mes de julio como fecha oficial de su comienzo cada año.

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