Por primera vez en varias décadas, los científicos sistematizaron datos sobre 45 especies de insectos hematófagos, su distribución y las amenazas que representan para los humanos y los animales, destaca este viernes la comunicación de la revista digital Nauka mail.
La nota recuerda que a finales del siglo XX y principios del XXI, los mosquitos en Siberia se estudiaron fragmentariamente, y las últimas obras de referencia importantes sobre estos insectos datan de la década de 1970.
Ahora la situación ha cambiado: las biólogas Natalia Poltoratskaya, de la UET, y Alina Mirzaeva, de la Rama Siberiana de la Academia de Ciencias de Rusia, presentaron un trabajo a gran escala basado en el análisis de datos científicos y veinte años de investigación de campo.
Siberia, con sus vastos recursos hídricos, es un caldo de cultivo ideal para los mosquitos. El río Obi, con sus afluentes, grandes lagos y el pantano Vasyugan, el más grande del mundo, crea condiciones favorables para el desarrollo larvario.
Junto a estas condiciones naturales, la amenaza epidemiológica también aumenta, y los científicos señalan que, debido al cambio climático, el número de especies termófilas en la región está incrementándose, lo que podría provocar la aparición de enfermedades que antes no eran características de Siberia.
Uno de los principales peligros asociados con los mosquitos es la transmisión de infecciones.
La monografía describe en detalle las enfermedades que transmiten estos insectos, como la tularemia y la dirofilariasis. Esta última es especialmente relevante en entornos urbanos, donde los principales portadores son los animales callejeros.
Las dirofilarias son gusanos parásitos que pueden migrar en el cuerpo humano, afectando la piel y los ojos, y en los animales, el corazón y los pulmones. Ya se han registrado casos de infección en la región de Tomsk.
“Los mosquitos son mucho más peligrosos de lo que muchos creen”, enfatizó Poltoratskaya. Por ejemplo, aplastar un insecto contra la piel tras una picadura aumenta el riesgo de infección, ya que los patógenos pueden penetrar en la sangre.
Las investigadoras también señalan que los patógenos conocidos por la ciencia son solo una parte de la amenaza. Los mosquitos también pueden ser portadores de otros virus y bacterias aún no estudiados, lo que hace que la investigación futura sea extremadamente importante.
La nueva monografía nos permitirá comprender mejor la dinámica de la distribución de los mosquitos y responder con prontitud a los riesgos epidemiológicos emergentes.
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