Según el Servicio Meteorológico Islandés, los flujos de lava se dirigen hacia el sureste desde el cráter ubicado entre la devastada localidad pesquera de Grindavík y la famosa Laguna Azul, principal atracción turística de la zona.
Autoridades confirmaron que no existe amenaza inmediata para infraestructuras críticas, aunque mantienen vigilancia constante.
La situación está bajo control, declaró un portavoz de Protección Civil.
Esta erupción ocurre siete meses después de los eventos volcánicos de diciembre de 2023 que obligaron a evacuar a unos 39 mil residentes de Grindavík, equivalente a uno por ciento de la población nacional.
Analistas del Instituto de Ciencias de la Tierra advierten que la península de Reikjanes podría experimentar décadas de actividad volcánica intermitente, marcando el inicio de un nuevo ciclo geológico.
El aeropuerto internacional Keflavík, ubicado a 20 kilómetros del foco eruptivo, mantiene operaciones normales, aunque se recomienda a los viajeros consultar posibles cambios debido a la nube de gases.
Turistas en la Laguna Azul fueron evacuados preventivamente durante la madrugada, aunque las instalaciones reabrieron al confirmarse la dirección opuesta de los flujos de lava.
Islandia, con más de 30 sistemas volcánicos activos, registra erupciones cada cuatro o cinco años en promedio, siendo esta la cuarta en la península de Reikjanes desde 2021.
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