La tormenta tropical avanza este viernes hacia el noreste con vientos sostenidos de 100 km/h, tras debilitarse luego de tocar tierra por la ciudad de Agno, en la provincia de Pangasinan, pero su potencia se sumó a las lluvias monzónicas estacionales que azotan al país desde el 18 de julio y el resultado es terrible.
De acuerdo con la agencia nacional de manejo de desastres en Filipinas, en este período al menos 25 personas perdieron la vida por causas como árboles caídos, deslizamientos de tierra, electrocuciones e inundaciones repentinas.
La cifra podría seguir creciendo al igual que el número de desapariciones, ahora mismo fijado en ocho casos reportados.
Por tercer día consecutivo, el gobierno filipino mantuvo cerradas las escuelas y suspendió las clases en 35 provincias en la región norteña de Luzón, la isla más grande y poblada del país, ubicada en el extremo norte del archipiélago.
Precisamente en Luzón, unos 77 pueblos y ciudades declararon el estado de calamidad, en busca de facilitar el acceso a los fondos de emergencia y congelar los precios de los productos básicos, incluido el arroz.
Más de 270 mil personas se vieron forzadas a evacuar y se estima que cerca de tres mil viviendas han sido dañadas por las condiciones climáticas extremas.
Todavía no hay noticias claras de algunas aldeas inundadas o aisladas, mientras el Ejecutivo desplegó miles de efectivos del ejército, policías, personal de la guardia costera, bomberos y voluntarios civiles con la intención de ayudar a rescatar a todas las personas posibles.
Otras medidas de seguridad incluyen la cancelación los vuelos locales e internacionales en las provincias del norte, así como de la transportación por mar.
Co-may deviene la quinta perturbación meteorológica en azotar Filipinas desde que comenzó la temporada de lluvias, el mes anterior. otf/msm





