Se refirió al pasaje bíblico del pueblo oprimido que “Necesitaba liberarse del opresor y, a la vez, deseaba un gobernante que le trajera una paz duradera”, dijo en sus primeras palabras, en presencia de la presidenta Dina Boluarte.
Al acto incluido en el programa oficial de celebración del aniversario de la proclamación de la independencia, el 28 de julio de 1821, asistieron las más altas autoridades nacionales y el cuerpo diplomático.
“Ser dirigente no es actuar como un simple y triste funcionario, lleno de criterios superficiales, frívolos y banales, ni distraerse en cosas de poca monta”, dijo el también arzobispo de Lima.
Agregó que el dirigente debe ser capaz de diseñar planes y estrategias interesantes y bien pensados para la vida del pueblo.
“Sólo la estabilidad y el respeto a la autodeterminación de los pueblos y a su gestión democrática, con la más amplia participación, es lo que asegura una patria de digno futuro”, agregó.
Castillo citó al independentista sacerdote y político Javier Luna Pizarro, ideólogo republicano que planteaba el bienestar de la ciudadanía como meta de la República.
“Hoy, un pueblo nos interpela y nos habla. Incluso, nos exige y nos grita por sus derechos, y cuestiona nuestros comportamientos distorsionados”, pidiendo ayuda, pero “no todos lo sabemos comprender adecuadamente, pensamos demasiado rápido en sedición”.
“En la mayoría de los casos son justos reclamos, como la necesidad de amparo ante la extorsión y el asesinato vil”, aseveró en alusión al desborde de la delincuencia, las extorsiones masivas y los asesinatos diarios.
El Cardenal anotó que el pueblo peruano no calla porque es digno, consciente de que la República es para todos y afirmó que “desde esos movimientos que surgen por todos lados, se va generando un nuevo consenso nacional”.
Advirtió también que la anarquía no es resultado de los justos reclamos de la población, sino de las acciones de dirigencias que han ido eliminando su vocación de servicio y toman decisiones sin justicia, ni equidad ni moral.
Llamó a “una autocrítica general, incluso de la dirigencia eclesial, reconozcamos que una amplia capa de la dirigencia nacional vive de espaldas a la mayoría, y solo ve su propio interés” y pidió apreciar el despertar popular y no intentar manipularlo.
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