“(…) Vuelve a la escena política con la ambición de ser presidente, una vez más. El millonario cementero, dueño de franquicias, edificios y cuentas en el extranjero, pretende hacernos creer que es la solución a los problemas del país”, afirma el periodista.
Advierte, sin embargo, que su prontuario político y económico es una advertencia: “Doria Medina no representa el cambio, sino el reciclaje del viejo poder empresarial que utilizó al Estado como su caja chica”, sostiene.
Recuerda que, durante su paso como titular del Ministerio de Planeamiento en la década de 1990, “se vendieron empresas estatales estratégicas al mejor postor, muchas veces por debajo de su valor real”.
Detalla Santivañez que, en ese período, Bolivia perdió el control de sectores clave como la energía, los alimentos y el cemento.
Mencionó que uno de los casos que calificó de “más descarados” fue el de Fancesa, empresa estatal cementera que acabó parcialmente en manos de Soboce, propiedad de Doria Medina.
“(…) Fue juez y parte en una operación donde el patrimonio público se convirtió en una plataforma para sus negocios privados. Años después vendió Soboce por cientos de millones de dólares, utilizando mecanismos offshore, evadiendo impuestos y sacando el dinero del país ¿Eso es ser empresario? No. Eso es ser oportunista con privilegios”, escribe el director.
Comenta Santivañez que Doria Medina ha sido candidato presidencial en seis ocasiones y no ha logrado convencer al pueblo, aunque su ambición no se detiene.
Indica al respecto que, incluso, fue candidato vicepresidencial de Jeanine Áñez en 2020, y fue uno de los principales actores políticos que legitimó el golpe de Estado de noviembre 2019,el cual provocó el derramamiento de sangre de bolivianos humildes.
“(…)Pretende disfrazarse de moderno -acota Santivañez en Facebook-, de técnico, de gestor, cuando en realidad representa la vieja lógica neoliberal que destruyó lo poco que teníamos”.
Menciona el periodista vínculos de Doria Medina que califica de “turbios” como su fotografía junto al narcotraficante Oso Chavarría, la cual sigue circulando como evidencia de que «en su entorno todo se mezcla: política, dinero y crimen».
“(…) Samuel Doria Medina representa todo lo que Bolivia no debe volver a ser: un país entregado a intereses privados, sin memoria y sin justicia. Su candidatura no es una alternativa: es una amenaza camuflada en traje y corbata. El país ya lo conoce. Y lo ha rechazado una y otra vez (…)», concluye el director de El Mamoré.
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