Estructuras criminales, originadas en comunidades costeras, realizan travesías hasta las costas de Colombia para adquirir un kilo de cocaína o marihuana por valor de entre 900 y mil dólares, para luego venderlos siete veces más caros, añadió el exfiscal de narcotráfico Esteban Zamora.

El caso más reciente fue detectado el jueves último, cuando a 54 millas náuticas de Barranquilla fue detenida, por agentes de la Fiscalía y guardacostas de la Armada Nacional de Colombia, una lancha tipo «Go Fast» en la que viajaban tres hombres con destino a Costa Rica.

Las autoridades hallaron en la embarcación 761 kilos de marihuana, seis kilos de cocaína, dos motores marca Yamaha, 60 galones con características similares al combustible y un teléfono satelital marca Iridium con su respectiva Sim Card.

Los detenidos –precisó Zamora- son tres vecinos de Limón identificados como Derralty Dean Jones Pérez, Sherman Andrey, Forbes Wilson y Jafet Roel Offer Barrantes, al menos dos de los cuales tienen antecedentes por tráfico internacional de drogas.

«Es un fenómeno detectado desde hace unos seis o siete años y tiene un sentido lógico. Viajar a Colombia, pagar 900 o 1000 dólares por un kilo de droga, hacer esa travesía y llegar aquí, genera ganancias abundantes», comentó el subdirector del Organismo de Investigación Judicial (OIJ), Michael Soto.

Los grupos de narcos ticos, integrados por pescadores, mecánicos navales y hasta exportadores, pretenden asegurar el cargamento, pues conocen bien las zonas costeras de Costa Rica donde podrían ocultarse y evitar a la Policía, explicó el subjefe de la policía judicial.

El exfiscal de narcotráfico Zamora aseguró que, por años, Costa Rica fue considerado un país de paso en el tráfico internacional de drogas, pero esto cambió, pues cada vez más ticos son detenidos en aguas colombianas, cuando se desplazan hasta el Caribe o el Pacífico a recoger los cargamentos.

«Costa Rica –afirmó el experto- deviene centro de acopio, resguardo y exportación de droga hacia Europa y Norteamérica. Esta evolución ha empujado a las estructuras criminales locales a profesionalizarse».

“Ya no se limitan –agregó- a recibir o custodiar droga: ahora financian, transportan y exportan. Se convirtieron en operadores independientes que buscan controlar toda la cadena de suministro”.

Según Zamora, muchos de los que hacen esa travesía “conocen bien la geografía de nuestro país, donde ocultarse, las bocanas, las zonas de manglar y cuáles son las fincas a utilizar para ocultar cargamentos».

Para el exfiscal de narcotráfico, en esta nueva dinámica, los grupos costarricenses operan como «franquicias criminales», es decir, coordinan su propia operación, pactan directamente con narcos colombianos y pagan por kilo entregado.

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