Aplaudido por la extrema derecha y mirado con recelo por la Unión Europea Nawrocki, un historiador de 42 años, se impuso a finales de mayo pasado al liberal Rafał Trzaskowski tras una carrera tensa en la que logró el 50,89 de los votos en la segunda vuelta de las elecciones.
Asumirá el cargo con la promesa de impulsar una agenda conservadora, nacionalista y beligerante contra Bruselas y se espera que ejerza una férrea oposición a las medidas prometidas por Tusk.
Según analistas las diferencias entre Nawrocki y el jefe de gobierno no provienen solo de temas ideológicos. Cada uno representa a la mitad del electorado y defiende modelos de sociedad opuestos.
El presidente electo cultivó una imagen de hombre de origen humilde, ajeno a la escena política, familiar, combativo y descontento con las tendencias liberales europeas; tales características le valieron el apoyo de millones de polacos para los que hasta hace unos meses era poco menos que un desconocido.
Entre los poderes que le otorgará su investidura está el de vetar cualquier ley, aunque haya sido aprobada en el Parlamento, a no ser que exista una mayoría de dos tercios que la coalición de Tusk no tiene.
Si Nawrocki usará esa prerrogativa para minar la actividad del Ejecutivo, podría acelerarse el desgaste, ya notable, del Gobierno y, según aventuran algunos analistas, llevaría a un adelanto de las elecciones.
En cuanto a política exterior la era Nawrocki es percibida con cautela y ansiedad, ante una posible vuelta a la situación de enfrentamiento entre Varsovia y Bruselas.
El nuevo mandatario aseguró «no ver a Ucrania ni en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) ni en la Unión Europea (UE)» a corto ni medio plazo, y analistas consideran que convertirá al país en un bastión de la resistencia nacionalista.
Tal postura lo alinearía con el liberal jefe del gobierno húngaro Viktor Orbán y su homólogo eslovaco Robert Fico quienes se oponen al ente comunitario sobre todo en temas de política exterior y las sanciones contra Rusia.
No obstante, tras su victoria, los altos cargos de las instituciones europeas felicitaron a Nawrocki, pese a su postura adversa al bloque y cercana a Donald Trump.
Le instaron a aumentar la cooperación entre su país y el ente integracionista para trabajar por “un continente más seguro y unido”.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, se mostró segura de que la UE seguirá manteniendo una excelente cooperación con Polonia; mientras el líder del Consejo comunitario, António Costa, lo felicitó y le transmitió que Polonia siempre “está en el núcleo de Europa” como “una fuerza poderosa, activa y decisiva para dar forma a una comunidad más segura y próspera”.
En la misma línea, la presidenta del Parlamento, Roberta Metsola, compartió la felicitación al presidente electo y le instó a “seguir haciendo del proyecto europeo un éxito común”.
Pero el nuevo presidente aboga por una política migratoria férreamente controlada con criterios nacionales, no europeos, con el rechazo total a la inmigración ilegal y a la construcción de centros de deportación.
También se opone al Pacto Migratorio y exige “prioridad nacional en el acceso a servicios y ayudas sociales” para los polacos frente a extranjeros, incluidos ucranianos.
La agenda social conservadora de Nawrocki promete combatir la ideología de género en las escuelas, las políticas de cambio de género para menores y revertir las decisiones tomadas por el Gobierno en este campo.
En este país el presidente puede impulsar sus propias leyes, que deben recibir después el visto bueno del Parlamento, lo que pudiera conducir a constantes desavenencias con la rama ejecutiva representada por Tusk.
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