El evento, celebrado en un clima de controversia, no generó rechazo en altos funcionarios croatas, mientras que el ministro de Defensa, Ivan Anušić, lo calificó como unificador y auguró cambios en la sociedad.

Por su parte, el artista negó vínculos con el nazismo, aunque asistentes entonaron cánticos de la era ustacha, movimiento fascista en el poder durante la Segunda Guerra Mundial.

Analistas advierten sobre la normalización de discursos extremistas en Europa del Este.

Es preocupante la indiferencia institucional, señaló un experto en extremismo de la Universidad de Zagreb.

Previamente, otro concierto del músico en Sinj reunió a 150 mil personas, con decenas de detenidos por apología al régimen colaboracionista.

El medio subraya que la ultraderecha gana terreno en la región, mientras organismos internacionales llaman a vigilar su crecimiento.

Croacia, miembro de la Unión Europea, enfrenta críticas por no aplicar sanciones contra expresiones que glorifican el fascismo.

El gobierno insiste en que promueve libertad artística, pero organizaciones judías y antifascistas exigen acciones legales.

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