La ceremonia, desbordante de música y coreografías, contó con la presencia del mandatario de Paraguay, Santiago Peña; quien dejó oficialmente inaugurado los Juegos; Neven Ilic, presidente de Panam Sports; y Camilo Pérez López Moreira, presidente del Comité Olímpico Paraguayo, entre otras personalidades que siguieron con emoción cada instante.
La fiesta comenzó con un desfile multicolor: 41 delegaciones, portando banderas que ondeaban como latidos, llenaron de energía la grama sagrada. Entre vítores y aplausos, más de cuatro mil atletas desfilaron como herederos de un sueño que une a toda América. La anfitriona, Paraguay, irrumpió última, con sus 318 competidores abrazados a una ovación que estremeció las gradas.
El guion, tejido con nueve meses de trabajo, fue una sinfonía de tradición, folklore guaraní y vanguardia tecnológica. Sobre el escenario, más de 700 luces, 20 haces láser y un océano de pantallas LED pintaron la noche de los colores que identifican a los Juegos.
Desde el aire, mil drones dibujaron figuras danzantes, mientras 25 mil pulseras luminosas hacían del público una coreografía viva.
La cultura paraguaya emergió con fuerza: danzas ancestrales, la música de Kchiporros, Purahéi Soul, Villagrán y otros artistas locales se entrelazaron con la potencia sinfónica de la Orquesta Nacional.
Emocionante fue la entrada de las banderas de Pam Sports y del Comité Olímpico Internacional —portadas por medallistas en citas multideportivas— y la entonación de los himnos de ambas instituciones y del oficial del evento, Seremos Leyenda, un manifiesto de unidad, coraje y esperanza.

El momento más esperado llegó con el encendido del pebetero, cuando el fuego panamericano —viajero incansable desde el 6 de julio— se alzó como promesa de hazañas por venir. Y entonces, Tiago PZK tomó el centro del escenario y su voz hizo vibrar cada rincón del estadio, cumpliendo el sueño de cantar ante un mar de almas encendidas.

Un estallido piromusical selló la velada, bañando el cielo de colores que parecían no querer apagarse. Así, Asunción se convirtió en capital del deporte continental, marcando el inicio de dos semanas donde la competencia será apenas una excusa para celebrar lo que el deporte mejor sabe dar: unidad, respeto y el deseo de superarse.
lam/blc





