Cuando tras una pasarela con vestuario creado sobre la base de esta técnica la artista condecoró simbólicamente con la pluma a la heroína independentista Juana Azurduy (1780-1862), los cientos de espectadores agradecieron con una ovación la propuesta anticolonial respaldada por el rigor estético.

Antes, en el contexto de la edición Bicentenario de Feria Internacional del Libro de La Paz, el embajador de Venezuela, César Trómpiz, pronunció las palabras de presentación del volumen ante un centenar de alumnos del colegio Fernando Bravo James, intelectuales invitados y público en general.
“Su recorrido comenzó en Europa, donde observó con atención las colecciones de museos, pero eligió llevar consigo no las modas pasajeras, sino la memoria y la esencia de sus orígenes. Con el respaldo de sus investigaciones, Alexandra se convirtió en una embajadora de la cultura ancestral”, afirmó el diplomático.
Sostuvo el embajador que el trabajo de Bravo no solo es arte, sino una contribución invaluable a la historia cultural de Bolivia y a la preservación de sus pueblos.
Bravo, por su parte, explicó que el hemisferio americano, desde Canadá hasta la Patagonia, es el espacio principal planetario del arte plumaria, lo cual descubrió en 40 años de vida en el exilio europeo, y por eso decidió regresar a su tierra natal para preservar esta forma de creación que data de la antigüedad.
Para ello, investigó en la Amazonía, las tierras bajas y el altiplano boliviano, y ya armada con técnicas ancestrales, como ecologista convencida, decidió fomentar el labrado de plumas de aves de corral para proteger a la fauna exótica.
Continuidad de la vida de activismo de la artista fue su entrada, sola, a zonas intricadas del Amazonas, en expediciones e investigaciones con las comunidades originarias de Bolivia, lo cual queda documentado en el volumen, según explicó.
Durante su intervención, agradeció a Prensa Latina el seguimiento y el apoyo desde la comunicación, en el impulso a la visibilidad internacional de su obra, la cual fue reconocida en la 60 Bienal de Arte de Venecia, adonde fue invitada en representación de Bolivia, y en la cual participó con el tema Nadie es Ilegal en el Mundo.
Tras la presentación del libro, tuvo lugar una pasarela con vestuario elaborado sobre la base del arte plumaria, alegórica a las danzas de cada departamento boliviano, el Salar de Uyuni y la salida del país altiplánico al mar, y como colofón, Bravo condecoró simbólicamente con la pluma a la prócer independentista, antimachista y antipatriarcal Juan Azurduy.
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