Esa enfermedad viral, que reemergió en la región desde finales de 2023, está presente actualmente en siete países con transmisión autóctona y en cuatro con casos importados, lo que refleja la creciente propagación de este virus transmitido principalmente por el jején Culicoides paraensis.
Desde inicios de este año y hasta el 27 de julio los casos confirmados se distribuyen así: Brasil (11 mil 888 casos), Panamá (501), Perú (330), Cuba (28), Colombia (26), Venezuela (cinco) y Guyana (uno).
Además, se notificaron casos importados en Uruguay (tres), Chile (dos), Canadá (uno) y Estados Unidos (uno).
En 2024 la región registró 16 mil 239 casos en 11 países y un territorio, incluidas cuatro defunciones.
En 2025 Brasil concentra la mayor carga, con casos en 20 estados, principalmente Espírito Santo y Río de Janeiro, y reporta cinco defunciones, así como casos de complicaciones neurológicas y muertes fetales bajo investigación.
Panamá y Perú también enfrentaron brotes significativos, mientras que Cuba y Colombia reportan cifras más reducidas.
La expansión del virus a áreas no endémicas, como regiones urbanas de Cuba, está favorecida por factores como el cambio climático, la deforestación y la urbanización en áreas selváticas, que facilitan la proliferación del vector.
La fiebre de Oropouche se caracteriza por fiebre alta, intensos dolores de cabeza, musculares y articulares, con una recuperación habitual en dos a tres semanas, aunque hasta el 60 por ciento de los pacientes puede experimentar recaídas.
En casos poco frecuentes, puede causar meningitis o encefalitis, y en embarazadas se han reportado posibles riesgos, en particular, potenciales afectaciones al feto.
La OPS enfatiza la necesidad de fortalecer la vigilancia epidemiológica y el control vectorial para contener la enfermedad, que no cuenta con vacuna ni tratamiento antiviral específico.
arc/lpn





