Luego de un sismo de magnitud 5.9 en la escala Richter que alarmó al país el 31 de julio, las sacudidas se hicieron frecuentes hasta alcanzar 816 movimientos hasta el jueves pero la entidad valoró que hay indicios de una baja.
Ubicados en San Lorenzo y los alrededores de Ahuachapán, el departamento más occidental de los 14 de El Salvador, los temblores disminuyeron gradualmente y la víspera solo se produjeron siete ninguno percibido por la población.
De los 816 reportados apenas 146 fueron sentido por la población, el último de 2.7 y una profundidad de cuatro kilómetros en horas de la mañana del 11 de agosto.
Esta continua actividad telúrica es atribuida a la activación de fallas geológicas de la zona y no están vinculadas a la actividad volcánica, según precisó esta semana Luis Amaya, director de Protección Civil.
La actividad sísmica causó daños materiales a viviendas pero no se reportaron víctimas.
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