La medida impositiva provoca consecuencias directas en la planta principal de la compañía, ubicada en la ciudad de Sao Leopoldo, en el estado de Rio Grande do Sul.
Según información publicada por el diario Valor Económico, al menos 40 trabajadores fueron enviados a vacaciones forzadas por un período de 15 días, con posibilidad de extenderse por igual lapso.
Tales empleados estaban asignados a la línea de ensamblaje de armas de largo alcance producidas para la Companhia Brasileira de Cartuchos, también perteneciente al grupo Taurus, y cuya producción tenía como destino principal el mercado estadounidense.
El presidente del Sindicato de Metalúrgicos de Sao Leopoldo, Francisco Kuhn da Costa, confirmó que la empresa se comunicó oficialmente con representantes gremiales para informar la decisión, según reportó la emisora local Radio Gaúcha.
Taurus depende en gran medida del mercado estadounidense, al cual destina aproximadamente el 80 por ciento de la producción de su planta en Brasil, donde la firma emplea a cerca de tres mil personas y alcanza una capacidad de fabricación de hasta siete mil aparatos bélicos por día.
Ante el impacto del nuevo arancel, que encarece de forma significativa la competitividad de sus productos en Estados Unidos, la compañía decidió trasladar parte de su operación a territorio norteamericano.
Desde septiembre, se prevé que Taurus ensamblará alrededor de 900 armas diarias en su planta en el país norteño, cifra que hasta ahora se producía en Brasil.
Actualmente, la compañía cuenta con tres centros de producción: uno en el gigante sudamericano, otro en Estados Unidos y un tercero en India.
La movida estratégica busca reducir la dependencia de la sede brasileña en un contexto comercial adverso y garantizar la permanencia en su principal mercado.
El presidente de Estados Unidos, el republicano Donald Trump, justificó el arancel como una respuesta a supuestos ataques de Brasil contra la libertad de expresión y al trato dado al exmandatario y aliado ideológico Jair Bolsonaro, acusado de golpista. Pese a la gravedad de la situación, el mandatario Luiz Inácio Lula da Silva mantiene un tono firme y diplomático.
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