Este índice representa una ligera mejora respecto al 3,3 por ciento registrado en junio, aunque continúa por encima del objetivo del 2 por ciento fijado por el Banco de Japón (BoJ).

El ajuste en la tasa de inflación excluye los precios volátiles de los alimentos frescos, pero el gobierno observó un comportamiento preocupante en algunos productos claves, especialmente el arroz, un alimento básico en la dieta japonesa, cuyo precio se disparó un 90,7 por ciento en julio.

Aunque esta subida es levemente inferior al 100,2 por ciento registrado en junio, sigue representando una presión considerable sobre el poder adquisitivo de los hogares.

Desde 2022, la economía nipona ha registrado un aumento sostenido en los precios al consumidor, impulsado principalmente por incrementos en costos de energía, materias primas, y alimentos como el arroz.

Analistas económicos advierten que la persistente subida del arroz y otros alimentos básicos podría dificultar los esfuerzos para controlar la inflación sin afectar el crecimiento económico.

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