Según refirió el doctor Jarbas Barbosa, director de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), el cambio climático agrava el problema al modificar los patrones ecológicos y exponer a nuevas comunidades a especies venenosas.
Esto, dijo, exige una respuesta regional coordinada y sostenida, basada en el enfoque de Una Sola Salud, y destacó la necesidad de colaboración entre los sectores de la salud humana, animal y ambiental.
Desde mordeduras de serpientes y picaduras de escorpiones hasta encuentros con arañas y orugas venenosas, estos incidentes cobran cientos de vidas cada año y dejan a miles de sobrevivientes con discapacidades permanentes, afectando en particular a comunidades rurales e indígenas.
Anualmente en América Latina y el Caribe se reportan más de 57 mil casos de mordeduras de serpientes, aunque es probable que el número real sea mayor debido al subregistro en zonas remotas con acceso limitado a servicios de salud.
Muchos sobrevivientes quedan con discapacidades permanentes, como amputaciones, condiciones neurológicas y psicológicas, que con frecuencia derivan en la pérdida de empleo y una disminución de la productividad.
Además, las consecuencias económicas y para la salud también son significativas, particularmente para las poblaciones vulnerables, y ejercen una presión considerable sobre los sistemas de salud pública.
De acuerdo con una reciente encuesta realizada en las Américas, los casos de envenenamiento por escorpiones y arañas aumentaron significativamente entre 2021 y 2024, con un promedio de 198 mil 647 y 48 mil 345 casos por año, respectivamente.
Los incidentes por mordeduras de serpientes y orugas se mantuvieron estables en 10,9 y 1,2 por cada 100 mil habitantes, pero aun así superaron las cifras de años anteriores.
Cada año, solo las mordeduras de serpientes afectan a 5,4 millones de personas en todo el mundo, causando más de 80 mil muertes y dejando a tres veces más personas con discapacidades.
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