Los testimonios que dan cuenta de esa situación se multiplican en las afueras de los centros sanitarios.
En el Hospital de Niños Baca Ortiz, en Quito, madres como Rosa Soto deben comprar las medicinas para la quimioterapia de sus hijos porque no hay en las farmacias internas.
Comerciantes de los alrededores de los hospitales escuchan a diario cómo personas con pocos recursos deben adquirir por su cuenta lo que no hay en el centro.
En los hospitales del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS), Prensa Latina constató la falta de medicinas para enfermedades como diabetes, listas de espera para cirugías que pueden llegar casi al año, así como dificultades para obtener una cita, incluso de medicina general.
Lucía González, por ejemplo, lleva ocho meses intentando un turno para una ecografía debido a un nódulo de tiroides, ya que, según le cuentan, el equipo está roto, mientras Esteban Soto está desde enero a la espera de una cirugía vascular.
Quienes dependen de tratamientos de diálisis han denunciado una y otra vez problemas con el pago a las clínicas que ofrecen esos servicios.
Ante semejante panorama y tras la muerte de una docena de neonatos en Guayaquil, el Gobierno decretó la militarización de las administraciones de tres hospitales y creó un Comité Nacional de Salud Pública que determinó la compra masiva y centralizada de medicamentos.
Aunque el sector de la salud tuvo una reducción presupuestaria de mil 200 millones de dólares, el Ejecutivo considera que la corrupción es la principal causa del desabastecimiento.
Mientras que para Santiago Carrasco, presidente de la Federación Médica Ecuatoriana, el problema no es la falta de recursos, sino la mala gestión, pues solo se ha ejecutado el 11,86 por ciento del presupuesto destinado a salud.
El Gobierno se negó a declarar emergencia para el sector, una medida que facilitaría la gestión de los recursos, y en cambio, creó el nuevo Comité integrado por funcionarios que se reunieron la semana pasada y volverán a verse este viernes 29 de agosto.
La víspera, el presidente del consejo directivo del IESS, Édgar Lama, confirmó que si bien trabajan en la compra de medicamentos, los efectos reales se sentirán en uno o dos meses.
rc/avr





