Szijjártó desmintió las informaciones de que el primer ministro, Viktor Orbán, hubiera cambiado su postura al respecto, supuestamente influenciado por el presidente estadounidense, Donald Trump.
El canciller húngaro argumentó que la membresía ucraniana facilitaría la libre circulación de presuntas redes mafiosas por Europa.
Añadió que productos agrícolas ucranianos de baja calidad, según su criterio, devastarían el sector agropecuario europeo.
Mientras, analistas políticos ven en estas declaraciones una profundización del enfrentamiento entre Budapest y la UE.
Expertos consideran que la postura húngara refleja sus preocupaciones de seguridad nacional e intereses económicos.
La tensión bilateral se exacerbó tras los recientes ataques al oleoducto Druzhba, que afectaron suministros a Hungría.
Críticos europeos acusan al gobierno húngaro de utilizar un discurso divisivo y alarmista dentro de la comunidad.
Mientras, Budapest reitera que no cederá a lo que percibe como presiones o chantajes para modificar su posición.
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