Fue miembro del Partido Popular Progresista/ Civic (PPP/C) y candidato nominado por esa agrupación para el cargo de presidente de la Asamblea tras la victoria electoral de 2020.
Sin embargo, en el tradicional panorama político de Guyana, bipartidista y marcado por la división étnica, el partido We Invest in Nationhood (WIN por sus siglas en inglés) bajo el liderazgo de Mohamed, emerge como un proyecto político que se presenta como una alternativa de corte empresarial y populista.
Mohamed es un conocido empresario con intereses en los sectores de la construcción, el transporte, el comercio y el oro.
Su candidatura generó preocupación en Estados Unidos debido a las sanciones de la Oficina de Control de Activos (OFAC) en su contra por tráfico de oro.
WIN respondió con rechazo a las sanciones, las calificó como un acto de injerencia extranjera, y apuntó que con ello Estados Unidos intenta influir en el proceso electoral guyanés.
Este es un tema que claramente enrarece las posibilidades futuras de WIN para participar en cualquier proceso político.
Para las elecciones del 1 de septiembre, la plataforma de WIN se presenta como un movimiento de profesionales y empresarios y su premisa es que la clase empresarial, con su experiencia en gestión y creación de empleo, está mejor equipada para gobernar el país que los partidos tradicionales.
Hacen hincapié en la gobernanza eficiente, y la gestión económica pragmática, buscando distanciarse de la histórica división entre partidos.
WIN participó en las últimas elecciones generales, pero su impacto fue marginal, y mostró la dificultad para que una tercera fuerza rompa el duopolio político establecido.
El movimiento hizo su debut electoral en los comicios de 2020, con un desempeño extremadamente bajo, con solo el 0.03 por ciento del total de votos, ubicado en el puesto 10 de 11 listas participantes.
Intentó también ganar presencia a nivel municipal, pero con resultados similares, sin lograr representación significativa en los consejos regionales.
El camino para WIN está pleno de obstáculos debido al dominio del bipartidismo, pues éstos no son solo partidos; son bloques sociales y culturales con una base de apoyo muy consolidada, lo que deja poco espacio para alternativas.
A WIN lo acompaña también, que a pesar de su narrativa de eficiencia, no logra conectar con el electorado masivo. Su mensaje, potencialmente atractivo para clases medias urbanas y profesionales, no cala aún frente a las amplias redes clientelares y la identificación étnica que movilizan los partidos grandes.
Aunque su líder es un empresario, competir a nivel nacional contra maquinarias políticas bien financiadas y establecidas desde hace décadas representa un desafío monumental en términos de logística, financiación y capacidad de movilización.
Por ahhora, WIN es un actor menor en el mapa político de Guyana. Si bien representa una intención teórica de superar las divisiones del pasado con un discurso de gestión técnica, no logra mostrar la capacidad de convertirse en una fuerza electoral viable.
Su futuro dependerá de la capacidad para construir una base de apoyo más amplia y tangible en un contexto donde la política se define por la competencia entre los dos gigantes tradicionales, ahora intensificada por la enorme riqueza petrolera.
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