La seguridad es la principal bandera y logro del gobierno en los años que Nuevas Ideas llegó al poder con Bukele como principal artífice de una política que granjeó un apoyo jamás pensado en la población.
Durante gobiernos anteriores el país apenas alcanzó dos jornadas sin asesinatos atribuibles a las pandillas, según estadísticas citadas por el Diario El Salvador, cercano al gobierno.
Se espera que el último día del mes de agosto no sume ningún asesinato para terminar con 27 jornadas sin homicidios y agregar otra fecha a las mil alcanzadas el viernes último, todo un récord que se apuntó a la gestión del gobierno y que sólo motivo un llamado a la reflexión de parte del mandatario.
“Me recomendaron hacer una cadena nacional y dar un discurso para conmemorar este hito histórico. Pero creo que en lugar de un discurso, lo mejor es que hoy reflexionemos sobre lo que nuestro país ha vivido y sobre todas las fuerzas que intentaron impedir que llegáramos hasta aquí […] ¡Gracias, Dios! Sin tu voluntad, nada es posible», escribió el presidente en X
En 2015, el Salvador tuvo la tasa de homicidios más alta del mundo, incluyendo países en guerra.
Un informe del Diario El Salvador cita que en 1995 fueron siete mil 977 personas asesinadas, alcanzándose una tasa de 141.72 homicidios por cada 100 mil habitantes.
El otro año con elevada ola de violencia fue 2015, cuando hubo seis mil 656 crímenes, cifra que llevó a registrar una tasa de 105 homicidios por cada 100 mil habitantes, ubicando a El Salvador con la mayor tasa de asesinatos del mundo.
Es incuestionable que la política de seguridad de Bukele funciona pese a las críticas sobre presuntas violaciones de derechos humanos denunciadas por organizaciones no gubernamentales y la oposición.
Sin embargo, su promesa de impulsar la economía, incluso con la aplicación de “medicinas amargas” como anunció al asumir su segundo mandato, no acaba de cuajar y algunos indicativos adelantan que algo no funciona.
Por ejemplo, el país acumula cuatro meses en deflación, una situación que si se profundiza y toca otros renglones de la economía podría generar serios problemas, estiman expertos.
Cifras del Banco Central de Reserva (BCR), muestran que el Índice de Precios al Consumidor (IPC) cayó en deflación en abril con una tasa de -0.11 por ciento, siguió mayo con -0.21, junio con -0.17 y julio con -0.14 .
A diferencia de la inflación, cuando los precios suben, la deflación es lo contrario, hay una caída generalizada de los precios. La economía salvadoreña sufrió este fenómeno en algunos meses en 2019 y se mantuvo así durante todo 2020, el año de la gran crisis debido a la pandemia de Covid-19.
Los precios no están bajando y por el contrario, la canasta básica alimentaria (CBA) se incrementó tanto en el campo como en áreas urbanas.
Sobre esta situación de deflación, el economista Rommel Rodríguez, coordinador del Área de Macroeconomía y Desarrollo de la Fundación Nacional para el Desarrollo (Funde), sugiere revisar otras aristas de la economía para preocuparse o no si la deflación es dañina en las condiciones actuales de El Salvador.
El IPC en negativo ocurre al mismo tiempo que el Índice de Precios al Productor (IPP) acumula tres meses con una variación mensual negativa, mientras que el Índice de Volumen de la Actividad Económica (IVAE) no despega, con tasas de 0.60 por ciento y 2.3 entre enero y mayo.
Otro indicativo negativo es que entre diciembre de 2024 y julio de 2025, la deuda pública aumentó en mil 427 millones de dólares de 32 mil 137 a 33 mil 564 millones.
Según el economista y consultor independiente Cesar Villalona, el aumento de la deuda no fuera un problema si la misma se mantuviera en un margen aceptable y si ayudara a mejor las condiciones de vida de la población.
Ese no es el caso, indicó, desde 2019, pues la relación deuda -PIB aumentó de 76 por ciento ese años a 90 por ciento ahora.
Todo parece indicar que hay algo que no funciona como Bukele desearía y enrutar la economía se mantiene como su principal reto.
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