De acuerdo con el funcionario, uno de los motivos que sustenta esa aspiración es la necesidad de proveer seguridad energética para la nación neogranadina.

Consideró que restablecer el suministro de gas venezolano significa diversificar las fuentes de abastecimiento y disminuir la vulnerabilidad frente a la importación de esa materia prima a precios elevados.

Esta medida permitiría un acceso más estable, con menores riesgos de especulación y con beneficios directos para la industria y los hogares, con la consolidación de un suministro más justo y confiable para el país, explicó.

Otro factor es la integración regional y la soberanía eléctrica, que ocupan un lugar estratégico en la visión del Gobierno.

La restauración de la línea San Mateo–Corozo no solo es un proyecto de infraestructura, sino un símbolo de cooperación energética que fortalecerá los lazos bilaterales, estimó.

A su juicio, la referida interconexión contribuiría a la estabilidad del sistema eléctrico y beneficiará de manera directa a los usuarios, al tiempo que se alinea con los esfuerzos de integración que Colombia mantiene con otros países de la región, como Panamá y Ecuador.

Palma, por otra parte, advirtió que los detractores de la cooperación energética con la nación bolivariana representan los intereses de las personas que lucraron con el déficit y las tarifas altas.

“Quienes hoy critican la integración con Venezuela son los mismos que nos dejaron un país con déficit de gas, tarifas injustas y un Caribe golpeado por décadas de abandono”, afirmó.

Aseveró que el Gobierno busca corregir los desequilibrios históricos que mantienen a regiones como el Caribe en condiciones de vulnerabilidad, con tarifas injustas y un acceso desigual a la energía.

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