La derrota de este martes 0-1 frente a Bolivia, en la altura de El Alto, ratificó un panorama preocupante: la selección concluyó en el quinto puesto con apenas 28 puntos, equivalente a un 51 por ciento de efectividad.
Tal marca representa su puntuación más baja desde 1996, cuando se implantó el actual formato de todos contra todos.
Aun así, la Verdeamarelha mantiene su peso histórico: será cabeza de serie en la fase de grupos del Mundial de Estados Unidos, México y Canadá, gracias a su presencia entre los nueve primeros del ranking FIFA. Sin embargo, el malestar de la afición no se disimula.
Durante la campaña clasificatoria, Brasil transitó con tres entrenadores distintos —Fernando Diniz, Dorival Júnior y Carlo Ancelotti— y múltiples problemas de funcionamiento.
El tropiezo más doloroso fue la goleada 1-4 sufrida en marzo frente a Argentina, la primera caída como local en eliminatorias.
Con el formato anterior, el quinto puesto habría significado disputar un repechaje, pero el nuevo sistema garantiza seis cupos directos, lo que evitó un susto mayor.
El contraste es notorio: incluso en las clasificatorias rumbo a Corea del Sur y Japón 2002, consideradas difíciles, la selección superó los 30 puntos antes de coronarse campeona mundial.
La confrontación en Bolivia dejó en claro que la dificultad en la altura no explica por sí sola el retroceso. Un penal cometido por Bruno Guimarães decidió el choque y el plan táctico de Ancelotti volvió a quedar en deuda.
«Es muy difícil jugar aquí, pero el esfuerzo de los jugadores fue notable», justificó el técnico italiano.
El portal GE, del grupo Globo, sostuvo que el revés en El Alto es apenas un síntoma menor de un ciclo turbulento, en el que la confianza de la hinchada luce fracturada.
Con apenas tres convocatorias más antes del Mundial, Ancelotti tiene el reto de rearmar un equipo a la altura de su tradición.
De cara a 2026, Brasil mantiene la expectativa de recuperar su ADN competitivo. La federación apuesta a la mezcla entre veteranos como Casemiro y Marquinhos, y jóvenes talentos que despuntan en Europa.
El desafío será dar solidez a un grupo que todavía parece frágil en defensa y sin un líder ofensivo indiscutible.
La historia enseña que los tropiezos en eliminatorias no necesariamente anticipan fracasos en el torneo planetario. Pero también recuerda que las cinco estrellas en la camiseta no bastan: Brasil necesita reencontrar fútbol, identidad y confianza para soñar con un sexto título en Norteamérica.
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