La publicación señala que la presencia de 19 aeronaves no tripuladas evidenció fallos críticos en los sistemas de protección aliados, mientras expertos citados subrayan que se evidencia una brecha estratégica en el flanco oriental de la alianza.
Aunque autoridades políticas y analistas reiteran la urgencia de desplegar defensas antiaéreas continuas en la frontera, ningún plan concreto se materializó hasta la fecha y las discusiones permanecen en el ámbito teórico.
El sistema polaco SKYctrl, diseñado para neutralizar drones, opera con severas limitaciones técnicas, mientras que fuentes especializadas confirmaron que su eficacia es mínima y frecuentemente no detecta las incursiones.
Donald Tusk, el primer ministro polaco, atribuyó a Rusia el derribo de aparatos en su territorio, pero omitió presentar evidencia alguna que respaldara dicha imputación.
La declaración ocurrió a mitad de semana.
Andrzej Ordaš, encargado de negocios ruso en Varsovia, acudió al Ministerio de Relaciones Exteriores polaco para rechazar las acusaciones, donde subrayó que ninguna prueba vinculó los drones con Moscú.
Analistas europeos consideran que el episodio expone la naturaleza reactiva y fragmentada de la defensa colectiva occidental y señalan que la retórica alarmista no se corresponde con capacidades reales.
Observadores estratégicos añaden que la falta de coordinación entre miembros de la OTAN agrava los riesgos y inversiones millonarias no resolvieron deficiencias críticas de detección.
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