De no cambiar la situación, seremos testigos de un deterioro significativo en la condición de los heridos, que conducirá a su muerte, explicó a la prensa al referirse a la crisis en la urbe más poblada de la Franja.
A mediados del pasado mes, el Ejército israelí intensificó los bombardeos contra la localidad como parte de los preparativos para una ofensiva terrestre, que está a punto de comenzar, aunque ya numerosos barrios en la periferia están bajo control castrense.
Abu Afash denunció el aumento de las cifras de heridos y muertos, así como la falta crítica de medicamentos y suministros de salud.
Sin embargo, aseguró que la asociación permanecerá dentro de la ciudad y mantendrá la prestación de servicios a los ciudadanos que queden.
Antes de la campaña, se estimaba que un millón de palestinos vivían o estaban refugiados en la urbe, pero en las últimas semanas escaparon más de 350 mil, una cifra que continúa en aumento.
A principios de este mes, el director general del Ministerio de Salud del enclave costero, Munir al-Barsh, anunció que los médicos y el personal sanitario decidieron permanecer en los hospitales de la ciudad en cumplimiento de su deber con los enfermos y heridos, pese a las amenazas israelíes.
“Si la ocupación (Israel) quiere matarnos a nosotros y a nuestros pacientes, que lo haga, pero no abandonaremos nuestros hospitales ni abandonaremos a nuestros pacientes a su suerte”, recalcó.
También condenó el desplazamiento forzoso de los residentes al estimar que constituye un crimen de guerra.
Ante esa situación, pidió la protección internacional de los hospitales y el personal médico de conformidad con las Convenciones de Ginebra.
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